Con la información que hay disponible actualmente, se puede afirmar que el crecimiento económico a escala mundial ha tocado fondo y comienza a recuperar algo de vigor
Si este verano nos deprimíamos colectivamente con la sugestiva desilusión —por cierto, poco basada en fundamentales— de que el mundo se encaminaba a una recesión, los últimos días hemos ido conociendo datos avanzados que nos permiten afirmar que se está generando un punto de inflexión. Con la información disponible, se puede afirmar que el crecimiento mundial ha tocado fondo y comienza a recuperarse.
Veamos las señales:
Primero, parece que el comercio mundial, que entró en negativo a finales del primer semestre de este año, ha comenzado una tímida recuperación, y durante los meses de julio y agosto ha entrado en positivo. Los indicadores avanzados sobre el comercio mundial también parecen apuntar a que dicha recuperación se estaría apuntalando durante el cuarto trimestre. Las potencias más exportadoras (lo que incluye a la zona euro) se benefician de esta situación, que podría ser más o menos duradera en función de si se alcanza un acuerdo comercial entre China y los EEUU. A tenor del dato de que la actividad fabril de los EEUU se está resintiendo más que la de China, lo razonable sería esperar un acuerdo de forma que no se pusiera en riesgo la economía norteamericana en estados muy sensibles a los trabajos manufactureros en año electoral.
Segundo, si el origen de la preocupación estival se centraba en el sector fabril, que experimentaba datos muy negativos desde finales de 2018, todo parece indicar que dicho sector tocó fondo en agosto, y ha comenzado unarecuperación. Así, los indicadores avanzados (índice de gestor de compra manufacturero global) han subido ya un punto y medio desde mínimos. La mejora relativa del sector automovilístico, especialmente en Europa, debería apuntalar esta tendencia, y manifestarse hacia datos como las exportaciones de septiembre (buenas, que han permitido a Alemania esquivar la recesión) o el consumo de coches de la zona euro, que ha mejorado sensiblemente en septiembre y en octubre por un factor de calendario: el 1 de septiembre de 2018 entraron en vigor los nuevos estándares de emisión, lo que provocó caída de ventas de vehículos hasta que el efecto base negativo desaparece… en septiembre de 2019. Esta situación, en parte, explica la también mejora relativa de la producción industrial de la zona euro, que lleva ya dos meses de subida intermensual (agosto y septiembre).
Tercero, han comenzado a remontar los indicadores de confianza. Así, el indicador de confianza inversora alemana (ZEW) ha pasado de -23 a -2 (se recuerdan pocas mejoras tan súbitas), o el indicador de confianza de gestores de fondos de BoA Merrill Lynch también ha experimentado la mayor subida desde 1994. Esta variación en la confianza de los inversores se ha visto reflejada en los índices bursátiles, con el SP 500 en máximos históricos, y con sensibles subidas de las bolsas alemana (7% desde primeros de octubre) y francesa (4% el mismo periodo).
Cuarto, si el mercado de bonos soberanos estaba reflejando una posible recesión, tanto por la curva invertida en EEUU como por las paupérrimas estimaciones de inflación futura, parece que el proceso se invierte. Así, la política de la Fed (reducir tipos y expandir balance de nuevo) ha vuelto a positivizar la curva. Como dijo Milton Friedman, “nada es más permanente que una política temporal del Gobierno…”. A su vez, la intensa retórica de pasar a utilizar política fiscal en vez de monetaria ha insuflado lógicas preocupaciones de más inflación futura, de ahí que la inflación esperada a 10 años en EEUU haya pasado en poco tiempo de 1,5 a 1,7% (aún modesta, pero creciente).
Quinto, el mayor temor, a saber, que la debilidad en industria y en inversiones se trasladara hacia un contexto recesivo en el sector servicios y en el consumo, no se ha producido. Los indicadores de servicios siguen en tenues niveles positivos, y los recientes datos de consumo en EEUU (octubre) y zona euro (septiembre) han sido sólidos.
El mundo sigue afrontando nubarrones, nubarrones en general muy asociados a la incertidumbre, que limita las decisiones de inversión, lo que afecta a la economía. Además, a medio plazo, el crecimiento lo marcan la demografía(crecimiento de la población activa) y la productividad. Ambas caminan cada vez más lentas, de lo que se deduce que los crecimientos futuros serán mediocres.
Pero, al menos, si los tiempos estivales parecían borrascosos, estos más invernales auguran más luminosidad.