Amazon anunció que iba a invertir más de 2.000 millones de dólares en España, en diferentes plataformas logísticas. ¿Por qué no esperó a las elecciones para decidir?
La semana pasada, el gigante tecnológico Amazon anunció que iba a invertir más de 2.000 millones de dólares en España, en diferentes plataformas logísticas asociadas a su servicio de ‘cloud computing’. ¿Por qué una compañía tan relevante no espera unos días para así conocer el resultado de las elecciones generales y sobre ello tomar o no la decisión de inversión? La respuesta, en mi opinión, estriba en que los fundamentales micro y macroeconómicos dictan los flujos de inversión, y en la práctica no se esperan cambios relevantes ni en unos ni en otros asociados a los comicios.
Observemos los razonamientos:
Primero: es cierto que la economía española se ha ralentizado, ha pasado de crecer un 2,4% el año pasado a cerca de un 2% este. Es razonable que una gran potencia exportadora como España (exportamos el 34% de nuestro PIB, más que Francia, Italia, Reino Unido, EEUU o China) experimente ralentización si el mundo crece menos y cuando provenimos de crecimientos muy intensos recientes. La pregunta clave es si nos ralentizamos más o menos que otros países de nuestro entorno. La respuesta es que menos (compárese nuestro crecimiento con el de Alemania, Italia, Canadá, Australia, Reino Unido, Japón, Francia…), y ese es el punto en que se fija un inversor. Además, tres cuartas partes de dicha desaceleración podrían estar explicadas por un fenómeno transitorio asociado al sector de automóviles.
Segundo: si nos atenemos a los fundamentales microeconómicos, decisiones como la de Amazon se basan en razones numéricas. El principal coste productivo de una empresa es el trabajo (representa aproximadamente dos tercios del coste normal de una empresa), y las empresas comparan dicho coste a la productividad de los trabajadores. Pues bien, muy pocos países de nuestro entorno pueden ofrecer una proposición de valor en la que la productividad por hora trabajada prácticamente dobla el coste laboral. Es el caso de España. Esta relación en Alemania y en Francia es de aproximadamente 1,2 veces (productividad frente a coste laboral), y en Italia 1,3 veces. A más multiplicador, más atractivo para invertir.
Tercero: un inversor institucional basa su análisis sobre la política convencional con base en la certidumbre. Para ellos, un país en el que pervive un apoyo elevado al bipartidismo tradicional es lo ‘conocido’ (bueno o malo), y por lo tanto lo prefieren a países en los que el bipartidismo se tambalea. Luego analizan los partidos que ellos consideran ‘mainstream’ (más o menos centrados). En España, a fecha de hoy, estos partidos cuentan con más de tres cuartas partes de los diputados, algo que no ocurre en muchos países europeos. Sobre los partidos ‘populistas’, lo que evalúan es si están a favor o en contra de la Unión Europea y del euro.
En España están a favor (no como en Francia, Alemania o en Italia), y ademásdespiertan un apoyo electoral inferior al de los países de nuestro entorno. Por último, saben que en una zona monetaria única el margen de actuación política es discreto, ya que tenemos que pactar en la práctica nuestras políticas fiscales con nuestros socios (vía el Ecofin) e indirectamente con el BCE, que posee un tercio de nuestra deuda, por eso ,muchas promesas electorales luego no se cumplen, como expliqué hace tiempo. Cualquier movimiento en falso se traduce en subidas de la prima de riesgo, lo que acaba provocando que la política se mueva en la dirección convenida (Grecia e Italia son excelentes ejemplos).
Cuarto: para un inversor institucional son tan importantes los riesgos como los retornos. Los retornos los hemos evaluado en los dos primeros puntos (crecimientos y costes). Si nos atenemos a los riesgos, los dos principales que hoy preocupan son a) si el país crece con déficit o superávit de cuenta corriente, es decir, si el ahorro nacional financia nuestras inversiones o bien si el país necesita endeudarse en el extranjero para crecer, y b) si la deuda privada (familias y empresas) sube o baja, ya que es en la deuda privada donde se gestan las más peligrosas crisis financieras. Pues bien, España, por primera vez en 40 años, crece con superávit de cuenta corriente sostenido en el tiempo (desde 2013). Por lo tanto, si se desatara una crisis financiera global, España afrontaría tal coyuntura desde una perspectiva muy diferente a la de 2008 (año en que España presentaba el segundo mayor déficit de cuenta corriente del mundo).
Si nos atenemos al segundo riesgo, periodos de crecimiento económico asociados a fuertes incrementos de deuda privada acaban provocando burbujas de activos, que al estallar intensifican una crisis económica. En general, acumular deuda de empresas y familias en un importe superior a 1,8 veces el PIB suele ser muy peligroso. En 2009, nuestra deuda privada alcanzaba 2,1 veces. Estos años, España ha encarado el crecimiento económico a la vez que reducía su deuda privada, que hoy en día asciende a 1,3 veces el PIB. En términos agregados, si en 2006 España necesitaba tres euros de más deuda total para crecer un euro el PIB nominal, ahora la deuda total española (incluyendo la del Gobierno) está cayendo en euros, mientras que la economía crece nominalmente un 3%. Es una ecuación muy saludable y poco arriesgada, y por eso los inversores apuestan por España.
Quinto: en mi opinión, la política monetaria afecta mucho más a la economía española que la política convencional. Y la política monetaria es laxa y lo seguirá siendo unos cuantos años en forma de tipos bajos y balances de bancos centrales muy elevados.
Nuestra nación precisa de importantes reformas, reformas clave, para que las siguientes, y por desgracia menguantes, generaciones nos juzguen con más o menos simpatía, y esas reformas exigen actuación por parte de nuestra clase política, pero hablamos de estructura, no de coyuntura, y por desgracia muchos políticos se centran en periodos aún más cortoplacistas que la propia coyuntura.
Hemos comenzado hablando de Amazon y su macroinversión en Aragón. Acabo comentando cómo el Reino de España se financia hoy en los mercados al tipo de interés más bajo desde el siglo XVI. La prima de riesgo está en mínimos,no solo porque el BCE compra nuestra deuda y la de nuestros vecinos sino porque los inversores extranjeros, que poseen más de la mitad de nuestra deuda, apuestan por nuestros fundamentales de riesgo y retorno.
Con independencia de nuestros estimulantes e imperecederos comicios.