Mientras que en los EEUU el movimiento woke pierde fuerza, Europa sigue impulsando regulaciones más estrictas en temas de diversidad y gobierno corporativo.
El pasado 11 de diciembre, un tribunal de Nueva Orleans decretó que las cuotas de diversidad en los consejos de administración exigidas por el Nasdaq eran ilegales. En consecuencia, el mercado bursátil aceptó el dictamen judicial y retiró las referidas medidas.
Cuatro años antes, el Nasdaq había aprobado una serie de normas que exigían que las 3.300 empresas entonces cotizadas en ese mercado informaran sobre la raza y la orientación sexual de los consejeros. También imponía que las empresas cotizadas tuvieran en sus consejos de administración representación de diversidad, tanto de género como de raza, de forma que en el consejo figurara siempre, al menos, una mujer y una persona perteneciente a alguna minoría étnica (entendida como “aquél o aquella que se definiera como negra, hispana, asiática, americana nativa o de dos o más razas o grupos étnicos”), o alternativamente, alguien que se definiera como “lesbiana, gay, bisexual o transgénero”. Si las empresas no adoptaban dichas cuotas tendrían que explicar por qué no lo habían hecho. Unos meses después, estas normas fueron aprobadas por la SEC, el regulador bursátil de los EEUU. Por entonces, tan solo un 30% de las empresas cotizadas cumplían estos requerimientos.
Adena Friedmann, la CEO del Nasdaq, justificó estas medidas afirmando que “la diversidad en los consejos mejoraba el rendimiento financiero de las firmas y reducía sus riesgos”. En el apogeo del movimiento “DEI” (diversity, equity, inclusion), prestigiosos bancos de inversión afirmaron que no sacarían a bolsa empresas sin diversidad en sus consejos. Por su parte, reconocidas firmas de gestión promovieron la inversión en compañías con diversidad en su máximo órgano directivo.
Con todo, el tiempo ha ido socavando las bases de dichas acciones. La mayoría de los estudios académicos independientes coinciden en que la diversidad en el consejo no explica mejores métricas financieras. Ni las mejora ni las empeora. Una famosa firma de consultoría que afirmaba lo contrario, fue duramente criticada por el mundo académico por la endeblez de los métodos aplicados en su estudio. A su vez, el Tribunal Supremo de los EEUU falló en 2023 que la “acción afirmativa”, o discriminación positiva de minorías para acceder a las universidades era ilegal. Este histórico fallo provocó un punto de inflexión en la medida en que muchas empresas que aplicaban “acciones afirmativas” (que en el fondo implican discriminaciones negativas hacia los colectivos no “electos”, como en el caso del reclutamiento de personal) corrían el riesgo de ser demandadas si la interpretación del Supremo se extendía, lo que les hizo dar marcha atrás en sus políticas. Por último, muchos consumidores norteamericanos lanzaron campañas de boicot contra las empresas que perseguían políticas “DEI”, también conocidas como woke.
En su sentencia, el tribunal de Nueva Orleans afirma que ni la SEC ni el Nasdaq tienen competencia para regular la composición del consejo de una empresa según configuraciones demográficas. En otras palabras: atenta contra la libertad de empresa. El tribunal determinó que la SEC excedió su autoridad estatutaria al aprobar estas reglas, argumentando que no estaban alineadas con los propósitos de la Ley de Valores de 1934. Otras normas similares de promoción de la diversidad en los consejos por parte del estado de California también fueron declaradas ilegales.
Si en los EEUU el movimiento woke está de capa caída, Europa regula la diversidad a través de una directiva de 2022 en la que aspira a que al menos un tercio de los consejos de administración de las empresas cotizadas deben estar compuestos del “sexo menos representado” antes de junio de 2026, otorgando en un proceso de selección preferencia “en condiciones de igualdad” al sexo menos representado. La transposición de esta directiva a la legislación española eleva el umbral al rango objetivo de 40%-60%.
Se ha afirmado que los EEUU innovan, China replica y Europa regula. Así, a pesar de que la inmensa mayoría de la innovación tecnológica es de origen estadounidense, el informe Draghi señala cómo en la UE imperan ya 100 leyes reguladoras de la tecnología, leyes que son aplicadas por nada más y nada menos que 270 reguladores. Mientras, Elon Musk afirma que su misión en el nuevo departamento de eficiencia gubernamental (DOGE) será hacer tres cosas: “borrar, borrar y borrar”, refiriéndose a la supresión de regulaciones y de normas que asfixian al crecimiento de las empresas.
La pregunta que surge es la siguiente: ¿en qué geografía se seguirá generando más innovación si nos atenemos a la presión regulatoria? Y, por otro lado, si una empresa innova en Europa, crece y decide salir a bolsa ¿preferirá cotizar en el Nasdaq o en una bolsa local europea?
James Joyce escribía sobre el error como portales del descubrimiento, y Proust afirmó: “el verdadero camino del descubrimiento no es buscar nuevas tierras, sino ver a través de ojos nuevos”. A la luz de los acontecimientos, quizás el Nasdaq y la SEC estén rememorando las ideas de los europeos Joyce y Proust. El regulador europeo, como siempre, seguirá fiel a su tradición de regular la falta de innovación.