Si se hacen bien los números, se ve que es prematuro dar por perdida la campaña turística de este próximo verano
Joseph Campbell, en su serie de libros “Las máscaras de Dios” nos anima a entender los mitos de las grandes civilizaciones, mitos que muchas veces se repiten, aunque no haya existido contacto entre ellas, ya que, según el autor, a partir de dichos mitos podremos conocer de verdad la antropología humana. Si Campbell siguiera vivo en la trágica pandemia que atravesamos, rezumaría de nuevo su interés sobre lo que los mitos asociados al covid dicen de nosotros. Veamos alguno:
Primero: a este ritmo de vacunación tardaremos tres años en proteger a toda la población española. Falso. Los ritmos de vacunación siguen a los de fabricación y entregas de vacunas, y estas series son exponenciales, no lineales. Las vacunas a entregar por Pfizer, Moderna y AstraZeneca aumentan mes a mes, primero por mejora de eficiencia en sus fábricas (por ejemplo, la fábrica belga de Pfizer ha incrementado recientemente su producción en un tercio), y segundo porque otras empresas farmacéuticas que no han tenido éxito desarrollando sus propias vacunas (Sanofi, Merck) han puesto su actividad fabril a disposición de las empresas que sí lo han tenido, aumentando por lo tanto los ritmos de entregas futuros. Además, la vacuna de Janssen estará disponible el segundo trimestre, al igual que la de Novavax. Si tenemos en cuenta estos factores entenderemos porqué Biden ha prometido que habrá dosis suficientes para vacunar a toda la población adulta de los EEUU para mayo. Analizando estos números, es muy posible que la Unión Europea, y por lo tanto España, puedan anunciar hitos similares para el segundo semestre.
Segundo: España no es eficaz en su calendario de vacunación. No es cierto. España recibe aproximadamente una décima parte de las vacunas compradas por la Unión Europea en representación de los estados miembros, en línea con el peso de nuestra población en la Unión. A partir de ahí lo que está en nuestra mano es la eficiencia, es decir cuántas dosis inoculamos de cada cien recibidas. España está al 80%, por encima de países como Francia, Alemania o Italia, que no alcanzan el 66%, liderando actualmente el proceso de vacunación en Europa (figura 1).
Europa. Porcentaje de la población que ha recibido al menos una dosis frente al Covid-19
Tercero: Si bajan mis anticuerpos es muy posible que me vuelva a infectar. Tampoco es correcto, al menos con la precisión “muy posible”. Sería al revés, es “muy posible” que no me vuelva a infectar. A fecha de hoy llevamos menos de 100 casos de reinfecciones publicadas en “papers” de revistas científicas revisadas por pares sobre más de 100 millones de infecciones oficiales, o sea un 0,0001%; es posible que el porcentaje real sea algo superior (se dan unos 12.000 casos sospechosos de reinfección), pero sigue siendo ínfimo, y casi siempre con reinfecciones asintomáticas o leves. El principal motivo es que nuestro sistema inmune no sólo se basa en los anticuerpos, sino también en la defensa “celular” consistente en los linfocitos T, que reconocen haber pasado una infección y nos protegen frente a nuevas infecciones de un virus pasado. Los linfocitos T son mucho más difíciles y caros de medir que los anticuerpos, pero en los estudios que se han hecho parece que la inmensa mayoría de la gente que ha pasado el covid mantiene linfocitos T varios meses después de la infección. En el caso del SARS (prima hermana del covid) las células T han mostrado pervivir un mínimo de 17 años. Por otro lado, se han descubierto células T que siguen funcionando en supervivientes de la gripe “española”, 100 años después. Por último, investigadores suecos del Karolinska Institutet han mostrado cómo personas que no han pasado el covid pero han estado expuestas a infectados también desarrollan linfocitos T.
Cuarto: las mutaciones del coronavirus suponen una seria amenaza ya que invalidan las vacunas y además pueden volver a infectar a los que hayan pasado la enfermedad. No es del todo correcto. La secuencia genómica del covid tiene 30.000 “letras”, las mutaciones suelen afectar a unas 20, cantidad pequeña, lo que explica que, si hemos pasado el covid nuestras defensas, especialmente los linfocitos T, nos protegen en gran medida. La variante más extendida, la B.1.1.7 (llamada injustamente británica porque en ese país se secuenció por primera vez), afecta a un 96% de los casos en el Reino Unido y a un 82% en Israel. Ya sabemos tras millones de vacunados que las vacunas de Pfizer y de AstraZeneca son muy eficaces en ambos países (a menudo tras la primera dosis) … luego funcionan con tan peligrosa variante. También sabemos que la vacuna de Janssen es eficaz contra las mutaciones P.1 (“Brasil”) y la B.1.351 (“sudafricana”). Además, tanto Pfizer como Moderna afirman poder sacar vacunas adaptadas a las diferentes variantes en cuestión de dos meses.
Quinto: para llegar a la inmunidad de grupo tenemos que alcanzar un 60% de vacunados. Es matizable. De entrada, el porcentaje de población que ha pasado el covid debería contar con un nivel suficiente de inmunidad, como he expuesto antes. De hecho, ya sabemos que alguien que ha pasado el covid y recibe una dosis de una vacuna de dos dosis, genera más anticuerpos que alguien que no ha pasado el covid y recibe dos dosis de la misma vacuna. Por lo tanto, el primer escalón para llegar a la inmunidad es calcular cuánta gente ha pasado el covid, a menudo un porcentaje muy superior de lo que indican las estadísticas oficiales. El segundo escalón es aplicar los calendarios de vacunación ajustados por la eficacia ponderada de las vacunas. La suma de ambos nos dará cuándo alcanzamos la inmunidad de grupo. Si se hacen bien los números podremos desmontar otro mito: el de que la temporada turística de verano de 2021 está perdida.
El gran psiquiatra, Carl Gustav Jung, decía que “ningún árbol puede crecer hasta el cielo si sus raíces no están lo suficientemente insertadas en el infierno”. Creo que Campbell y Jung reflexionarían mucho sobre nuestra infernal y mítica naturaleza humana.