Las expansiones cuantitativas son una de las pocas alternativas disponibles para hacer frente a los enormes desafíos que afrontamos ante una situación como la actual
Goethe, en su ‘Fausto’, expone su reflexión sobre la creación del dinero papel como continuación de la alquimia (afición del mítico doctor Fausto, como también por cierto la del personaje real Isaac Newton). Así, narra el dilema de un emperador que identifica que en su reino falta ‘dinero’. Mefistófeles, disfrazado de bufón, le propone una solución: imprimirlo. En el baile nocturno, hace firmar un documento al emperador, y durante la noche las máquinas de imprimir dinero se pusieron en marcha, para satisfacción de los cortesanos.
El día siguiente, ante la incredulidad del emperador, Mefistófeles afirma:
“Un papel de esos, en lugar del oro y las perlas… es tan cómodo. Con ellos, se sabe lo que se tiene. No hacen falta ni regateos ni cambios para embriagarse de vino y de amor. Si se quiere metal, siempre hay cambistas. Si este falta, se cava durante un tiempo. Las copas y las cadenas se ofertan en subasta y el papel se amortiza para vergüenza del escéptico, que se ríe de nosotros. Nada es mejor en cuanto uno se ha acostumbrado. Desde hoy, en las tierras del imperio habrá suficientes joyas, oro y papel”.
Si durante la Gran Recesión de 2009 los bancos centrales inyectaron unos tres billones (españoles) de dólares en forma de expansión cuantitativa en lo que en su momento fue la mayor expansión cuantitativa de la historia, todo parece indicar que durante 2020 las expansiones de balance estarán en la franja de 6-7 billones. La Fed está ya inyectando 800.000 millones de dólares al mes, y el BCE y el Banco de Japón, cantidades conjuntas superiores a 120.000 millones, volúmenes que se incrementarán significativamente las próximas semanas. Si tenemos en cuenta que la economía mundial presentaba antes de la crisis un tamaño aproximado de 90 billones de dólares, nos podemos hacer una idea de la histórica dimensión del experimento monetario.
La función de los bancos centrales en un escenario de crisis tan inédito desde la Segunda Guerra Mundial tiene que pasar por estabilizar los mercados, proporcionar liquidez suficiente a la banca para que esta haga fluir el crédito y, extraordinariamente, proporcionar directa o indirectamente liquidez para hacer frente a las necesidades fiscales, tal y como se llevó a cabo durante las últimas guerras mundiales.
Para hacer frente a estos retos, los bancos proceden a realizar expansiones históricas de su balance, en parte porque comenzando la actual crisis con tipos de interés reducidos (Fed), a cero o en negativo (BCE, Banco de Japón), el arsenal tradicional que empleaban paracombatir recesiones (en el caso de EEUU, bajadas de tipos medias de un 5%) no estaba disponible.
Las expansiones de balance se han utilizado en el pasado como hemos visto, pero nunca en la dimensión actual. Por ejemplo, la Fed expandió su balance para luchar contra la Depresión y también para apoyar al Gobierno de los EEUU en su esfuerzo financiero para derrotar a Alemania y a Japón en la Segunda Guerra Mundial, pero el balance no alcanzó el 25% del PIB. Hoy en día, supera el 30%, y posiblemente observemos un nivel superior al 40% durante el segundo semestre.
Se trata de la mayor expansión cuantitativa de la historia.
Como hemos ido escribiendo en el pasado, las expansiones cuantitativas son una de las pocas alternativas disponibles para hacer frente a los enormes desafíos que afrontamos ante una situación como la actual. Los mayores problemas que pueden generar a medio plazo son el riesgo de una mayor inflación, inestabilidad financiera y una mayor desigualdad de riqueza. A corto plazo, con todo, consiguen evitar un colapso en los mercados y en el sistema bancario que podría desencadenar una gran depresión (los errores de la Fed, entre otros, provocaron que una gran recesión en los años treinta se convirtiera en una gran depresión) y a medio plazo contribuirán a impulsar una recuperación en los mercados laborales, factor este último que ayudará a mejorar la desigualdad de ingresos (diferente a la de riqueza) a medida que las políticas monetarias laxas contribuyan a reducir el enorme volumen de desempleo que se está gestando.
Estamos entrando en aguas completamente inexploradas en la historia económica, ya que estos experimentos monetarios convivirán con una aceleración de la revolución tecnológica en forma de más robotización y más teletrabajo, combinación con efectos totalmente desconocidos. A la mayor incertidumbre económica de la historia reciente solo se le puede hacer frente con más análisis.
Alemania es la patria de Goethe. A pesar de que su ‘Fausto’ se considera una obra equiparable en su idioma a nuestro ‘Quijote’, y a pesar del recelo que Goethe muestra por el papel dinero, fue precisamente Alemania el país que llevó al máximo nivel las ideas de Mefistófeles, para financiar la Primera Guerra Mundial. En mi opinión, esta vez será diferente, pero las terribles consecuencias económicas y políticas de las decisiones del Reichsbank (actual Bundesbank) entre 1914 y 1923 aún están presentes en nuestras pesadillas.